Quería emborracharse de vida
y acabó siendo un suicida.
Amaba sin límite y sufría
sin comprender la fría
mirada de una realidad
ajena a la espiritualidad.
Tocó el cielo con los dedos
y cayó en un infierno de miedos.
¿Acaso no es cierto que la pureza
es en esencia un signo de flaqueza?
Era él exceso de sangre y pasión
y se ahogó en la espesa confusión.