En un apartado rincón del universo

La materia es la condición sine qua non del pensamiento: «[…] sin materia nada se puede pensar»1. Estoy convencido de ello, aunque uno, es cierto, siempre debe sospechar de todo convencimiento, incluso de la sospecha misma. Pero para andar necesito un suelo que pisar, vaya a donde vaya, me equivoque o no en la elección del camino a seguir. Y en esta elección que por creencia (o costumbre) considero libre, veo, sí, «el cielo estrellado que está sobre mí», mas no alcanzo a distinguir «la ley moral que hay en mí»2. Dentro de mí se despliega la tempestad, lo que, de buen seguro hace que yo no sea capaz de des-cubrir tal ley. Por cierto, yo no me he buscado, pero me estoy buscando, y lo que voy encontrando es horror. En definitiva, por ahora lo único que puedo decir en relación a esta búsqueda es lo siguiente: mi lugar es la angustia.

La reflexión es un mirar hacia dentro y hacia fuera. Pero se mire como se mire, sin materia no hay mirar, no hay reflexión. En cuanto al deber, ¿qué puedo decir de él? Soy tan cristiano sin creer en Dios, soy tan católico siendo hereje… El deber me obliga a despreciar todo lo humano, por eso reniego de él. El deber es una soga que estrangula un alma hecha de carne y sangre. Sea como fuere, no me cabe duda de que con mi alma me pierdo en la nihilidad, y siendo esto así, soy una «criatura animal que debe devolver al planeta (sólo un punto en el universo) la materia de donde salió después de haber estado provisto por breve tiempo de energía vital (no se sabe cómo)»3. En verdad, esto lo podría haber dicho Anaximandro si el “planeta” no fuese hoy tan determinado.

Soy un apartado rincón que piensa en el «apartado rincón del universo, desperdigado de innumerables y centelleantes sistemas solares»4. Y todo me resulta extremadamente sospechoso salvo una cosa: la nada, esto es, el fabuloso monstruo que se traga toda verdad inventada por unos animales astutos. ¿La verdad? La quinta esencia de la soberbia, del exceso, de la ὕβρις. Incluso aquel pensador inicial, Heráclito, a pesar de su advertencia, se dejó arrastrar por ella: «Menester es apagar la demasía (ὕβρις) más que un incendio»5.

1Kant, 2002.

2«Dos cosas llenan el ánimo de admiración y respeto, siempre nuevos y crecientes cuanto más reiterada y persistentemente se ocupa de ellas la reflexión: el cielo estrellado que está sobre mí y la ley moral que hay en mí.» (Kant, 2019).

3Kant, 2019.

4«En algún apartado rincón del universo, desperdigado de innumerables y centelleantes sistemas solares, hubo una vez un astro en el que animales astutos inventaron el conocer. Fue el minuto más soberbio y más falaz de la Historia Universal, pero, a fin de cuentas, sólo un minuto. Tras un par de respiraciones de la naturaleza, el astro se entumeció y los animales astutos tuvieron que perecer.» (Nietzsche, Sobre verdad y mentira en sentido extramoral).

5B43.

Autor: F. Moa

Cuentista a tiempo parcial. Soy antifilósofo porque envidio la imaginación de los filósofos. Todo cambia (incluso las verdades).

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