Para los pitagóricos todo es número y armonía. En cuanto al número (ἀριθμός), éste es ἀρχὴ, por lo que: «Toda determinación ontológica, todo que constituye el ser de algo, es numérico»1. Dicho de otro modo: los números son las esencias de las cosas; «el número es el ser verdadero de las cosas»2. Ahora bien, téngase en cuenta que los números aquí, a diferencia de lo que sucede con los números platónicos, son cosas y no modelos-ideales. Los números son con los pitagóricos las cosas mismas. Por lo que se refiere a la armonía (συμφωνία), ésta ordena los números (la realidad), y así se entiende que el universo está regido por la susodicha armonía. Se observa, por tanto, gran similitud entre la armonía de los pitagóricos con el λóγος de Heráclito, el cual posibilita a través de las transformaciones del fuego la armonía universal. El λóγος del filósofo de Éfeso despliega la realidad y la ordena en tanto que para los pitagóricos la armonía misma es un “agente” activo que ordena el universo. El λóγος de Heráclito hace y deshace por medio del fuego, el cual es también razón, pero la armonía pitagórica, hasta donde yo alcanzo, rige el universo sin remitirse a esa razón de una manera explícita. Con todo, ¿cómo va a regir -desde la perspectiva pitagórica- la armonía el universo si no es a través de una razón que queda reflejada en las relaciones numéricas, esto es, en las relaciones que tienen entre sí las cosas?
1Marzoa, 2013.
2Nietzsche, 2004.