Dejadme ser ilógico

«Homme libre, toujours tu chériras la mer!»1. ¿Pero de verdad existe un Homme libre? Mirad el mundo desde la doctrina de un eterno retorno en cuanto juego de un niño que juega con fuego. Él, el niño, hace y deshace todo sin más, haciendo que la libertad, la culpa, el deber, y todas esas humanas ideas no puedan ir más allá de la Idea. El fundamento de todo está infundamentado. Entonces, ¿de qué se trata? De una eterna caída por donde se precipitan los dioses, los hombres y todo lo demás.

«La mer est ton miroir; tu contemples ton âme»2 en un devenir infinito de su oleaje. Sí, devenir infinito para el hombre moderno, pero para el antiguo griego sería algo así como un eterno acontecer, un eterno hacerse y deshacerse. Miremos a Heráclito, un pensador inicial, y contemplemos el alma con sus ojos. Sí, del alma sus límites no pueden ser encontrados: οὕτω βαθὺν λόγον ἔχει3. Desde la ilógica, uniendo dos mundos tan diferentes, el mar del que nos habla el poeta Baudelaire sería, en muchos sentidos, el Λόγος de la doctrina de Heráclito. Y ese Λόγος inmenso (eterno) no puede ser alcanzado nunca por el λóγος humano porque aquél es, por decirlo de alguna manera, una presencia ausente, una contradicción que se escapa a la lógica que nos hemos creado entre todos. Pero dejadme ser ilógico, pues, de algún modo, ilógico es el Κόσμος.

1“Hombre libre, siempre amarás el mar!” (Verso del poema El hombre y el mar de Charles Baudelaire)

2“El mar es tu espejo; tú contemplas tu alma” (Verso del poema El hombre y el mar de Charles Baudelaire)

3Tan profundo λóγος tiene. Se trata de la parte final del fragmento B45.

Autor: F. Moa

Cuentista a tiempo parcial. Soy antifilósofo porque envidio la imaginación de los filósofos. Todo cambia (incluso las verdades).

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