El papado contra el cesaropapismo

Con la decadencia del mundo carolingio el papado obtuvo más libertad. Sin embargo esta libertad fue amenazada por el cesaropapismo practicado por los emperadores del Sacro Imperio. El Papa Gregorio VII lanzó su “Dictatus Papae” para hacer frente al referido cesaropapismo, esto es, a la subordinación de los eclesiásticos al poder del emperador —poder temporal . En el referido “Dictatus”, el pontífice afirmaba que sólo él merecía ser llamado “universal”, que sólo él legislaba la Iglesia, que sólo él nombraba y deponía obispos, que él tenía el poder de deponer al emperador y que tenía la facultad de liberar a los súbditos del juramento de fidelidad a un soberano indigno. El emperador Enrique IV rechazó el “Dictatus” y trató de hacer abdicar sin éxito al pontífice. El emperador fue entonces excomulgado, pero más tarde obtuvo el perdón. Este conflicto entre el poder papal y el poder imperial continuaría más allá de estos protagonitas.

Los sucesores de Gregorio VII lograron consolidar sus posiciones. Urbano II promovía la Primera Cruzada (1095), con lo que el pontificado fortalecía su prestigio. Hubo un momento en que las asperezas entre el poder imperial y el poder papal parecían suavizarse por medio del Concordato de Worms (1222).

[…] a lo que se llegó en Worms fue a una especie de reparto de influencias: Alemania para el emperador; Italia y Borgoña para el Papa.1

las disputas continuaron después del Concordato. Se crearon dos bandos en Alemania, a saber, los partidarios de la supremacía papal y los partidarios del emperador. Estas dos posiciones enfrentadas, la de los papistas encabezada por la familia Welfen y la de los imperialistas abanderada por la familia Weiblingen, se trasladaron respectivamente a Italia con los nombres de güelfos y gibelinos.

Federico Barbarroja (Federico I) continuó durante la segunda mitad del siglo XII la pugna del poder imperial que él representaba con la del poder papal ahora representado por Alejandro II. Tal pugna se tradujo en una guerra en territorio italiano. Las fuerzas papeles fueron las vencedoras y se firmó la paz.

Federico comprendió bien la dura lección. Se imponía la concordia con el pontífice […] y las ciudades italianas.2

Después de la firma de paz entre el Imperio y el Papado, se produjo el desastre de Hattin, esto es, Saladino había aplastado a la caballería franca y había tomado la mayor parte de las fortalezas latinas, entre ellas Jerusalén. Los grandes monarcas de Occidente fueron movilizados para la Tercera Cruzada. Federico Barbarroja, sin embargo, murió ahogado en un riachuelo en Asia Menor antes de poderse enfrentar a Saladino.

1Mitre, E., Introducción a la historia de la E.M. europea, Ediciones Istmo, 2019, p. 186.

2Ibíd., p. 188.

Cesaropapismo y la reforma gregoriana

Ya habían quedado atrás los tiempos en que el Imperio de Carlomagno representaba la ortodoxia cristiana. La decadencia del mundo carolingio trajo más libertad al papado. Sin embargo, con los primeros emperadores del Sacro Imperio Romano de la casa de Franconia (ss. XI-XII), el cesaropapismo1 que estos practicaban impulsó, por decir así, la reforma gregoriana. Esta reforma pretendía, entre otras cosas, eliminar las injerencias de los poderes temporales en la vida eclesiástica. El papa Gregorio VII había lanzado en el año 1075 su “Dictatus Papae”, con el que exponía su afán de poder “universal” –si se prefiere, “absoluto”: sólo él merecía ser llamado “universal”; sólo él podía legislar la Iglesia; sólo él podía nombrar y deponer obispos; sólo él podía deponer al emperador; sólo él podía liberar a los súbditos del juramento de fidelidad a un soberano indigno.

Cuando Gregorio lanzó el referido “Dictatus Papae”, el emperador, Enrique IV, pidió que el pontífice abdicara. Pero el papa, lejos de abdicar, excomulgó al emperador. Así se inició un conflicto entre gregorianos y antigregorianos que iba a perdurar en el tiempo más allá de la vida de estos dos personajes. Los sucesores de Gregorio lograron fortalecer sus posiciones y Urbano II reforzó el prestigio del pontificado promoviendo la Primera Cruzada (1095). Después tuvo lugar el Concordato de Worms (1122), donde se trató de limar las diferencias entre el poder papal y el poder imperial, pero el conflicto siguió abierto y, de este modo, Alemania vio como los papistas encabezados por la familia Welfen (duques de Baviera) se enfrentaban a los imperialistas representados por la familia Weiblingen (duques de Suabia). Esta confrontación se trasladó a Italia (güelfos y gibelinos). En la segunda mitad del siglo XII, el emperador Federico I (Federico Barbarroja) se enfrentó militarmente y sin éxito al papa Alejandro II en territorio italiano.

Federico comprendió bien la dura lección. Se imponía la concordia con el pontífice […] y las ciudades italianas.2

1«El “cesaropapismo”, un término acuñado por la sociología política y de la religión de Max Weber en su obra Economía y sociedad, hace referencia a la subordinación de los eclesiásticos al poder secular, cuando el líder político ejerce también la autoridad

2E., Introducción a la historia de la E.M. europea, Ediciones Istmo, 2019, p. 188.

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