El significado de «naturaleza» en la Edad Media

El término naturaleza (“natura”) proviene del participio futuro de “nascor” (nacer). Por tanto, tal término denota vida y movimiento. Desde esta perspectiva, la palabra naturaleza hace referencia al conjunto de aquellas cosas que han de nacer. Con todo, en el ámbito de la filosofía medieval, el término naturaleza tiene principalmente, según el contexto, dos significados, a saber, aquel que se refiere a la realidad, o sea, a los entes —animales, plantas, astros, etcétera— y aquel que está referido a la naturaleza de una cosa. Este último es el significado más frecuente que se le da al término naturaleza en los textos medievales, es decir, como primer principio inmanente del modo de obrar propio de algo, pudiéndose utilizar como sinónimo de esencia.

Con la llegada de la Patrística se comenzó a pensar el término naturaleza en relación con su creador, vale decir, Dios. Se entendía que la naturaleza era esencialmente buena en la medida en que Dios era su creador. Así lo pensaba San Agustín de Hipona, quien identificaba desde un punto de vista “natura” con “essentia” y “substantia”, en tanto que desde otro punto de vista identificaba “natura” con el conjunto de seres naturales. Escoto de Eriúgena, por su parte, abarcó con el término “natura” tanto la realidad de las cosas del mundo como la realidad divina. De este modo, en su “De divisione naturae”, la naturaleza sintetizaba de una manera absoluta un proceso en que todo partía de Dios y volvía a Él. Dicho en general, la palabra “natura” para indicar toda realidad creadora o creada, visible o invisible, sensible o inteligible, fue la tónica dominante en la Edad Media.1

1Cf. Magnavacca, S., Léxico técnico de filosofía medieval, Miño y Dávila, 2005, pp.462-464.

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