Dicen que Calígula solía repetir estas macabras palabras: “Oderint, dum metuant” (¡Que me odien, con tal de que me teman!). Sólo un monstruo puede tener tanta afición a semejantes palabras. ¿Fue Botitas realmente un monstruo? Dejemos que los historiadores discutan sobre ello y, mientras tanto, sigamos con este relato asumiendo como hipótesis que sí, que Calígula fue un monstruo.
Los monstruos suelen ser objeto de odio por parte del pueblo. ¿Y Tiberio fue un monstruo? Me remito a lo ya dicho en el caso de Calígula y postulemos como hipótesis que sí, que Tiberio también fue un monstruo. ¿Qué hizo el pueblo de Roma cuando se enteró de que el emperador había muerto? Salir a la calle y gritar: “Tiberum in Tiberim” (¡Tiberio al Tíber!). ¡Ay, la rueda del odio y el temor es una basura que siempre acaba arrojada al río! “Nihil novum sub sole” (Nada nuevo bajo el sol).
¿Cómo sobrevivir a los monstruos? Miremos a Claudio. ¿Por qué su sobrino no lo mató? Porque era un bufón muy gracioso. ¿Es lo mismo un tonto que un bufón? No. Y me explico: un bufón con gracia será cualquier cosa menos un tonto.
Estos personajes históricos recién mencionados pertenecen a un “mundillo” Imperial que tiene mucho de tragedia griega. ¿Por qué será? ¿Acaso por aquello que decía Horacio? Recordemos sus palabras: “Graecia capta ferum victorem cepit et artis intulit in agresti Latio” (La Grecia conquistada a la fiera vencedora conquistó, y las artes introdujo en el inculto Lacio).
Viendo el desarrollo de los acontecimientos en la referida tragedia, a lo mejor sería buena idea cambiar el “Audaces Fortuna iuvat” (La Fortuna favorece a los valientes) por un “Monstra Fortuna iuvat” (La Fortuna favorece a los monstruos). Se me objetará que tal cambio no refleja la realidad, pues sólo hace falta ver cómo acabaron los referidos monstruos “históricos”. Pero vamos a ver, ¿cómo suelen acabar los valientes “históricos”?