La coronación de Carlomagno: el inicio de una anomalía

Lentamente la Galia se fue reunificando a partir del siglo VII hasta que en el año 800 Carlomagno fue coronado emperador de Roma. Antes de esta coronación imperial, a lo largo del siglo VIII se había hecho retroceder a los musulmanes hacia el otro lado del Pirineo y había sido destronado el último monarca merovingio. En el último cuarto del siglo VIII, Carlomagno había logrado, con la complicidad del Pontificado, absorber al reino lombardo. Además, entre otros logros, había incorporado para el mundo carolingio Sajonia y Barcelona. La realidad territorial de este mundo carolingio tenía la apariencia de una gran fortaleza sitiada y circundada por marcas fronterizas. En la figura se puede observar el momento de máxima expansión territorial del Imperio carolingio en torno al año 804:

En el año 800 Carlomagno fue coronado emperador de Roma y con ello se produjo una anomalía, pues ahora había dos emperadores en la cristiandad, a saber, Carlomagno por un lado y el emperador bizantino por el otro. Esta anomalía fue aceptada por las dos partes y afectaría la realidad política de Europa hasta el fin de la Edad Media.

Los carolingios

Auge de los carolingios

Los mayordomos de Palacio se convierten en artífices de la reunificación de la Galia franca a partir del s. VII frente a la inoperancia de los monarcas merovingios. Con Carlos Martel se frena la expansión musulmana (batalla de Poitiers, 732). Por su parte, Pipino el Breve destrona el último monarca merovingio en el año 751.

Carlomagno es coronado emperador de Roma en el año 800. Las principales campañas de Carlomagno en las últimas décadas del s. XIII y los primeros años del s. IX darán como frutos más importantes la absorción del reinado lombardo, la incorporación de Sajonia, la derrota de los ávaros en la cuenca danubiana y la recuperación de Barcelona de manos de los musulmanes. Las relaciones entre el Pontificado y el monarca franco serán intensas en tanto la realidad territorial del reino franco estará caracterizada por una fuerte continentalidad y por tener una semejanza a una gran fortaleza sitiada rodeada de muros fronterizos.

La restauración imperial del 800

Como se ha dicho antes, las relaciones entre el Pontificado y el Pontificado se van a intensificar con Carlomagno, pero antes ya con Pipino el Breve estas relaciones se habían hecho cada vez más importantes —Pipino había recibido el título de “Patricio de los romanos”—. Carlomagno al destronar el último rey lombardo es nombrado “Rey de los francos y lombardos y patricio de los romanos”. Cuando el año 800 éste es coronado como emperador1, se produce una anomalía: existen dos emperadores en la cristiandad: el emperador bizantino y el emperador franco. Esta anomalía será “aceptada” por las dos partes y, de un modo u otro, sus consecuencias alcanzarán la realidad política hasta finales de la Edad Media.

La Europa carolingia en lo económico y en lo social

El 90% de la población estaba ligada al campo en el mundo carolingio. La población rural se caracterizaba por su baja densidad, un escaso rendimiento agrícola basado en los cereales y la ganadería menor. La explotación del bosque era fundamental, pues proveía a los agricultores una fuente de caza y combustible. Las técnicas agrícolas eran prácticamente las mismas que las de época romana. Predominaba un régimen “dominical” en que se explotaba la tierra en provecho del señor. Y es que desde Carlos Martel hasta Carlomagno se produjo una progresiva sustitución del alodio por el régimen “dominical”.

La estructura social, diciéndolo en pocas palabras, se dividía en: a) Aristocracia compuesta, sobre todo por los linajes de mayordomos de Palacio; b) Los vasallos reales, que realizaban juramentos de fidalidad a miembros de la aristocracia; c) Alto clero, que era beneficiario de grandes abadías; d) Bajo clero; e) Los grupos populares, dividiéndose en dos grandes tipos, a saber, los sujetos a la tierra —herederos de la antigua esclavitud— y los libres —pequeños colonos y propietarios—.

A lo largo del siglo IX se irán consolidando una serie de principios que hacen que el hombre libre cada vez interese menos.2

La expansión de la cristiandad

Las influencias monacales fueron muy importantes en la expansión de la cristiandad. El proyecto misional de San Bonificacio fue destacado. Bajo la protección de Carlos Martel y de Pipino el Breve logró que se crearan destacadas diócesis y grandes monasterios. A la muerte de Bonifacio, quedó una sólida infraestructura eclesiástica que fue utilizada hasta sus últimas consecuencias por Carlomagno: llevó a cabo campañas de terror y bautismos colectivos y forzados en la cristianización de los sajones y desplegó, también, la evangelización de los ávaros. Carlomagno representaba la ortodoxia critiana, y por ello fue quien se “encargó” de sofocar la herejía “adopcionista”3 en la península Ibérica y en el sur de Francia.

El “renacimiento carolingio”

Desde el punto de vista de Mitre el término “renacimiento” en el contexto del mundo carolingio resulta vago y carente de credibilidad. El “renacimiento carolingio”, señala el historiador, es poco original porque se apoya en “renacimientos” anteriores, por ejemplo el de Sevilla con Isidoro o el de Northumbria con Beda. A esto, hay que añadir que el mencionado “renacimiento carolingio” se caracterizaba por estar impulsado por unos fines digamos que puramente utilitarios —formar funcionarios y eclesiásticos—. El impacto de este “renacimiento”, por añadidura, no provocó una elevación del nivel cultural medio, pues quedó restringido a una élite.

Se puede dividir el “renacimiento carolingio” en tres etapas: la primera está representada por Alcuino de York, cuya fama le vendrá por ser consejero de Carlomagno e impulsor de la Escuela Paletina; la segunda etapa tiene lugar en los últimos años de Carlomagno, cuando Teodulfo de Orleáns destaca por su obra poética y Eginardo compone la “Vita Karoli”; la última etapa se produciría en pleno proceso de desintegración del Imperio Carolingio, destacando aquí Escoto de Eriúgena que, con su De divisione naturae construye un sistema de carácter neoplatónico en que todas las cosas de la naturaleza emanan de Dios y a Él vuelven.

La caída del Imperio carolingio

Carlomagno muere en el año 814. Los siguientes treinta años van a ser testigos de la desintegración del Imperio carolingio. En el año 843 se firmará el tratado de Verdún, que supondrá la consagración definitiva de la división del Imperio en tres reinos de extensión semejante. A partir de este tratado, el título de emperador perderá su fuerza y la Iglesia cristiana se situará por encima de cualquier vicisitud política. Esta desintegración fue el resultado de una falta de previsión de futuro, pues con Carlomagno se instauró una concepción patrimonial de la realeza que no fue capaz de atar los cabos necesarios para dejar una sucesión imperial segura.

1Los impulsores de la restauración imperial son los consejeros de Carlomagno, como por ejemplo Alcuino de York. Estos consejeros serán los protagonistas del “renacimiento carolingio”.

2Mitre, E., Introducción a la historia de la E.M. europea, Ediciones Istmo, 2019, p. 114.

3Esta herejía consideraba a Jeśus hijo adoptivo de Dios.

El «renacimiento» carolingio

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¿Hasta qué punto el “renacimiento” carolingio es en sí un “renacimiento” con todas sus letras? A juicio de Mitre este término es demasiado vago en el ámbito histórico de Carlomagno. No sólo eso, además el historiador subraya la poca originalidad que se desplegó en lo que se ha llegado a conocer como “renacimiento carolingio”, puesto que se apoyaba en anteriores “renacimientos” –v.g. el de Sevilla con San Isidoro, el de Northumbia con Beda, etcétera–. A esta poca originalidad hay que sumarle su utilitarismo, a saber, la pretensión de formar cuadros de funcionarios y eclesiásticos. En términos generales, el “renacimiento carolingio” no elevó el nivel cultural medio de la población, pues estaba dirigido a un reducido grupo de individuos. El “renacimiento carolingio” puede dividirse en tres momentos:

    1. El que está representado, sobre todo, por Alcuino de York, quien formó parte de la corte carolingia. Fue un mediocre escritor cuya fama le vino por ser consejero de Carlos e impulsor de la Escuela Palatina.
    2. Los años finales del reinado de Carlos. Destacaron Teodulfo de Orleáns por su obra poética y Eginardo por su biografía –Vita Karoli–.
    3. Al compás de la desintegración del Imperio carolingio se rompía la “uniformidad” de pensamiento que había habido hasta entonces. Descolló Escoto de Eriúgena, un verdadero trotamundos que dejó una profunda huella. Entre sus obras más destacadas hay que resaltar De Divisione Naturae, donde se desarrolla un sistema filosófico de signo neoplatónico en el que todas las cosas de la naturaleza dimanan de Dios y a Él vuelven –en este sistema filosófico, la predestinación es única: para el bien, ya que el mal no tiene realidad última y Dios no puede predestinarlo.

En el siglo X tendrá lugar un periodo oscuro para todas las esferas del saber.

La restauración Imperial del 800

Los artífices de la reunificación de la Galia franca provienen de aquellas dinastías que surgen de entre los mayordomos de Palacio. Haciendo frente a la inoperancia de los monarcas merovingios, pondrán límites a la expansión musulmana en Europa y alcanzarán con Carlomagno en el año 800 la corona de emperador de Roma. Las campañas más destacadas de Carlomagno serán, a grandes rasgos, la absorción del reinado lombardo, la incorporación de Sajonia, la derrota de los ávaros en la cuenca danubiana y la recuperación de Barcelona de manos de los musulmanes. Como contrapunto negativo de estas campañas “exitosas” hay que referirse al desastre de Roncesvalles. Las campañas de Carlomagno darán como resultado una realidad territorial de fuerte carácter continental, con una tendencia a desplazar los centros de poder hacia el norte. Esta realidad territorial va a tener la apariencia de una “gran fortaleza sitiada” circundada por marcas fronterizas.

Si con Pipino el Breve ya es una evidencia las estrechas relaciones existentes entre el Pontificado y los francos, con Carlomagno tales relaciones llegan a su momento álgido cuando éste es coronado emperador en el año 800. A partir de este momento tiene lugar una anomalía, a saber, la existencia de dos emperadores en el ámbito de la cristiandad (el emperador de oriente y el emperador de occidente). Surgirán entre ambos emperadores tensiones, pero al cabo se van a resolver a través de una aceptación mutua que tendrá consecuencias políticas hasta finales de la Edad Media. Detrás de los impulsores de esta coronación hay que observar a los consejeros de Carlos, entre ellos numerosos protagonistas del “Renacimiento carolingio”, quienes no se resignaban a que el título imperial estuviera en un soberano –el bizantino– que no ejercía ningún control sobre Roma.

Muy recomendable la conferencia de Amancio Isla Frez en la Juan March.

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