Los elementos fundamentales del pensamiento medieval en la mujer

Antes hemos hablado de la gran filósofa de la Edad media, Hildegarda de Bingen. Ahora nos vamos a referir a tres filósofas medievales más y, una vez hecho esto, ya tendremos los datos necesarios para sintetizar los elementos fundamentales del pensamiento medieval en la mujer.

Marguerite Porète (1255-1315) fue una mística beguina que criticó la postura “institucionalizada” de las beguinas. Su posición “heterodoxa” la condujo, por decir así, a la hoguera, pero su obra ha llegado hasta nosotros. Tuvieron que pasar casi mil años para que, en el siglo XX, se descubriera que era ella la autora de tal obra. Esta filósofa, recordándonos de algún modo a Plotino cuando exclamaba «¡Despójate de todo! (Ἄφελε πάντα)»1, consideraba que el alma debía despojarse de todo, incluso de la razón, para así llegar a tener un “alma aniquilada”, pues si Dios es todo, ¿de qué hay que tener miedo?

Catalina de Siena (1347-1380) es considerada una de las grandes místicas de todos los tiempos. Fue predicadora y escritora, y además contribuyó a que el Papa regresara a Roma tras su exilio en Aviñón2. Tuvo la visión de Jesús con el pecho abierto extrayendo su corazón para reemplazarlo por el suyo. Priorizó el amor y el servicio a los demás. Fue declarada doctora de la Iglesia en el año 1970.

Christine de Pizan (ca. 1364-ca. 1429) fue la principal representante de las mujeres escritoras del medievo. Además, fue la precursora del feminismo occidental. Siendo contemporánea de Juana de Arco —la filósofa le dedicó un poema—, vivió en los tiempos de la Guerra de los Cien Años3, lo que le hizo escribir sobre los males de la guerra. Su obra más destacada es “La ciudad de las damas”, en donde la Razón, la Rectitud y la Justicia tratan de edificar una ciudad para las damas nobles, o sea, aquellas que se esfuerzan por hacer el bien. Examinó la situación precaria de la mujer en la sociedad y apuntó que la inteligencia de ésta quedaba fuera de toda duda en la medida en que Dios había revelado sus secretos al mundo a través de las mujeres.

Habiendo examinado muy rápidamente a estas cuatro filósofas, a saber, Hildegarda de Bingen, Marguerite Porète, Catalina de Siena y Christine de Pizan, ¿qué podemos decir en cuanto a los elementos fundamentales de su filosofía? Todas ellas desarrollan su pensamiento desde la experiencia personal a través de la mística, la literatura, la poesía y la novela. Estos son los pilares sobre los que elevan su filosofía. La influencia de San Agustín es en todas ellas de gran magnitud, y así encontramos en ellas un despliegue del sentido del yo, la interioridad, el sentimiento y la acción en cuanto práctica del bien. La experiencia del misterio es la experiencia de la vida en estas mujeres. Y lo comunican a través de imágenes y metáforas en un lenguaje plagado de signos. El amor es en todas ellas el corazón de su filosofía, y con él se revela quién es cada una de ellas. Es un amor dirigido al otro, a la amistad, a la acción buena. Escuchemos ahora a Pou:

Parece que las mujeres de las que hemos hablado han escogido la vida, en lugar de la filosofía, pero en realidad han hecho filosofía desde la mística o la poesía, desde el relato, profundizado en el ser, el tiempo y la subjetividad, en los problemas últimos de la filosofía. La relación vida-pensamiento ha sido puesta al descubierto. Y en todas ellas vemos una experiencia común: la belleza, que nos pone en contacto con lo trascendente a través de la sensibilidad.4

1Cf. Moa, F., ¿Qué es eso del pensamiento helenístico?, Independently published, pp. 87-92.

2Consúltese en esta misma obra el anexo: “El pontificado de Aviñón, el cisma y la crisis conciliar”.

3Consúltese en esta misma obra el anexo “La Guerra de los Cien Años”.

4Pou, L., “Filósofas medievales de la Europa Cristiana: Contexto de la época, influencia de San Agustín y repercusión en la actualidad”, Proyección LXX (2023), pp. 22-51.

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