Justiniano quería reconstruir la antigua unidad del Imperio romano

La civilización romana no desapareció con la caída del Imperio de Occidente. Los reinos bárbaros asentados ahora en Italia (ostrogodos), Galia (francos y burgundios), Hispania (suevos y visigodos) y en el norte de África (vándalos) habían recibido la impronta cultural romana (lengua latina, derecho romano, estructuras administrativas y formas institucionales romanas, religión cristiana, etcétera). El Imperio en oriente, por su parte, sobrevivió y, con Justiniano (527-565), volvieron las épocas de gloria.

Justiniano quería reconstruir la unidad del antiguo Imperio romano (“restitutio Imperii”). Para tal objetivo envió a su general Belisario a la conquista del reino vándalo1 y, después, a la conquista de Italia, siendo esta última una operación larga y difícil2. Para la conquista de la península Ibérica –aprovechando las pugnas internas de los visigodos– y la islas Baleares3, las tropas fueron dirigidas por el patricio Liberio –antiguo prefecto del pretorio del ostrogodo Teodorico el Grande–.

Inspirándose en la tradición política romana, Justiniano llevó a cabo una reorganización administrativa tanto en los nuevos territorios conquistados como en los del Imperio Oriental –los territorios conquistados fueron considerados parte integrante del Imperio Oriental–. Impulsó, además, una revisión del ordenamiento jurídico romano que dio origen a una obra que sería conocida posteriormente como “Corpus Iuris Civilis”. Justiniano practicó una política despótica que se “subvencionaba”, por decir así, mediante una fuerte presión fiscal. Por añadidura, su autoridad imperial se mostraba defensora de la ortodoxia religiosa a través de la práctica del cesaropapismo, esto es, el poder del emperador era superior al de la autoridad religiosa.

1Es una acción rápida dirigida por el general Belisario que logra vencer a los vándalos y celebrar un triunfo “sonado”, pero a efectos prácticos Constantinopla sólo llega a dominar algunos puntos de la costa.

2Es una acción que va a durar numerosos años de luchas sangrientas. El reino ostrogodo ofrece una durísima resistencia, pero finalmente los bizantinos vecen y la península itálica se convierte en una nueva provincia del Imperio. Con todo, la victoria bizantina no convence a la población romana de Italia, sobre todo cuando cae sobre ella la pesada losa tributaria de Constantinopla. Por añadidura, las fuerzas militares de Justiniano se van a ver incapaces de defender a Italia de la invasión de un pueblo mucho más feroz que los ostrogodos, a saber, los lombardos.

3Aprovechando las habituales disputas internas de la monarquía visigoda, fuerzas bizantinas ocupan las partes del litoral del mediterráneo de Hispania, pero tres cuartas partes del territorio de la península se zafan del poder de Constantinopla.

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