Historia antigua y medieval: Las «grandes invasiones» del siglo V

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Vamos a hablar de los primeros contactos de los germanos con Roma y sobre las «grandes invasiones» del siglo V. ¿Qué objetivo tenían los visigodos cuando saquearon Roma? ¿Tal vez la destrucción del Imperio? ¿Qué pasó con las aspiraciones de Atila? ¿En qué momento se inició una mezcla de romanismo y germanismo? Hablemos de ello.

Isidoro de Sevilla: Las artes liberales y el estatus especial de la gramática

Para Isidoro de Sevilla el lenguaje abría el acceso al conocimiento y, por ello, requería una profunda reflexión. De ahí que la gramática tuviera un estatus especial dentro de las artes liberales desde el punto de vista del hispalense —este estatus especial concedido a la gramática por su poder seminal y primordial respeto al resto de las artes iba a durar cinco siglos, desde Isidoro hasta Juan Gil de Zamora en el siglo XIII…

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Isidoro de Sevilla: impulsor del “Regnum Visigothorum”

Entre los siglos VI y VII se produjo la crucial conversión de los visigodos al catolicismo niceno1. Con el reinado de Recaredo (586-601) se abría no sólo una nueva religiosidad, sino también una nueva política.

Isidoro de Sevilla (ca. 560-636) fue el principal exponente de la cultura de la Hispania visigoda y su pensamiento influyó decisivamente en la construcción ideológica del “Regnum Visigothorum” fundamentada en una realeza cristiana. Apoyándose en sus profundos conocimientos de la cultura clásica y en sus creencias cristianas, definió la figura ideal del “rex” cristiano.

El “rex”, a juicio del obispo hispalense, era el portador del derecho sagrado que le permitía con toda legitimidad gobernar los pueblos de un modo recto y justo. Al igual que los emperadores romanos, los soberanos visigodos debían ser los portadores de las “virtutes” del buen gobernante.

Rex eris, si recte facias; si non facias, non eris.2

Serás rey si obras rectamente, si no obras así, no lo serás.

Esta máxima isidoriana que acabamos de leer está salida de la tradición clásica romana y marca el fundamento moral sobre el que debe elevarse la figura del “rex”, siendo las principales virtudes de éste la “iustitia” y la “pietas”. El “rex”, en cuanto representante de la voluntad de Dios para con los hombres, sólo podrá mantener la unidad de su reino si su actitud no se desvía ni un milímetro de la del buen cristiano. Investido por el poder de la Iglesia, el “rex” encarna la concordia entre la política y la religión.

La contribución de Isidoro de Sevilla en la corriente de pensamiento político hispano de la antigüedad tardía y medieval es muy profunda. Su pensamiento hecho de cultura clásica y cristianismo lo lleva a la práctica para fundamentar un poder regio de carácter divino que influirá en toda la Edad Media. Los reyes visigodos, con las directrices ideológicas clásico-cristianas del sabio hispalense, se convirtieron de este modo en los herederos de la tradición imperial romana en Hispania.3

1Consúltese en esta misma obra el anexo histórico: “Del Concilio de Nicea al catolicismo del Imperio romano”.

2Isidoro de Sevilla, Etimologías, IV, 3,4.

3Cf. Grein, E. “Isidoro de Sevilla y los fundamentos de la realeza cristiana en la ‘Hispania’ visigoda (siglo VII)”, Miscelánea Medieval Murciana, 2010, XXXIV, pp. 23-32.

Justiniano quería reconstruir la antigua unidad del Imperio romano

La civilización romana no desapareció con la caída del Imperio de Occidente. Los reinos bárbaros asentados ahora en Italia (ostrogodos), Galia (francos y burgundios), Hispania (suevos y visigodos) y en el norte de África (vándalos) habían recibido la impronta cultural romana (lengua latina, derecho romano, estructuras administrativas y formas institucionales romanas, religión cristiana, etcétera). El Imperio en oriente, por su parte, sobrevivió y, con Justiniano (527-565), volvieron las épocas de gloria.

Justiniano quería reconstruir la unidad del antiguo Imperio romano (“restitutio Imperii”). Para tal objetivo envió a su general Belisario a la conquista del reino vándalo1 y, después, a la conquista de Italia, siendo esta última una operación larga y difícil2. Para la conquista de la península Ibérica –aprovechando las pugnas internas de los visigodos– y la islas Baleares3, las tropas fueron dirigidas por el patricio Liberio –antiguo prefecto del pretorio del ostrogodo Teodorico el Grande–.

Inspirándose en la tradición política romana, Justiniano llevó a cabo una reorganización administrativa tanto en los nuevos territorios conquistados como en los del Imperio Oriental –los territorios conquistados fueron considerados parte integrante del Imperio Oriental–. Impulsó, además, una revisión del ordenamiento jurídico romano que dio origen a una obra que sería conocida posteriormente como “Corpus Iuris Civilis”. Justiniano practicó una política despótica que se “subvencionaba”, por decir así, mediante una fuerte presión fiscal. Por añadidura, su autoridad imperial se mostraba defensora de la ortodoxia religiosa a través de la práctica del cesaropapismo, esto es, el poder del emperador era superior al de la autoridad religiosa.

1Es una acción rápida dirigida por el general Belisario que logra vencer a los vándalos y celebrar un triunfo “sonado”, pero a efectos prácticos Constantinopla sólo llega a dominar algunos puntos de la costa.

2Es una acción que va a durar numerosos años de luchas sangrientas. El reino ostrogodo ofrece una durísima resistencia, pero finalmente los bizantinos vecen y la península itálica se convierte en una nueva provincia del Imperio. Con todo, la victoria bizantina no convence a la población romana de Italia, sobre todo cuando cae sobre ella la pesada losa tributaria de Constantinopla. Por añadidura, las fuerzas militares de Justiniano se van a ver incapaces de defender a Italia de la invasión de un pueblo mucho más feroz que los ostrogodos, a saber, los lombardos.

3Aprovechando las habituales disputas internas de la monarquía visigoda, fuerzas bizantinas ocupan las partes del litoral del mediterráneo de Hispania, pero tres cuartas partes del territorio de la península se zafan del poder de Constantinopla.

La caída del Imperio Romano en Occidente

En los primeros decenios del siglo V se manifestó la debilidad territorial de Occidente. En tanto los soberanos orientales desviaban hacia Occidente los pueblos bárbaros, en occidente la irrupción violenta de éstos exigía la intervención militar del hombre fuerte del emperador Honorio, a saber, Estilicón, quien venció a cambio de dejar las fronteras del Rin y la Britania desprotegidas, provocando con ello que los francos, alanos y vándalos ocuparan gran parte de la Galia y, por su parte, los anglos y sajones Britania. Honorio se trasladó a Rávena (402), pues allí las lagunas que rodeaban la ciudad formaban una defensa natural que hacía más fácil la protección del emperador. Poco después, en el año 410, Alarico saqueaba Roma.

Empujados por los Hunos, los vándalos se desplazaron desde las regiones danubianas al territorio romano atravesando el Rin. Devastaron la Galia y la Hispania, para al cabo formar un reino en el norte de África (429) que duraría más de un siglo, hasta que Justiniano lo conquistara en el año 534. Los hunos de Atila fueron, sin duda, el peligro más grave para el Imperio occidental, y fue un ejército formado por romanos y germanos el que derrotó a Atila en el 451.

Sea como fuere, el Imperio en Occidente se hizo ingobernable, pues no era posible establecer el orden imperial. El poder estaba en manos de un grupo de generales de origen bárbaro, entre ellos el general Odoacro, quien contaba con importantes tropas estacionadas en Italia. Odoacro fue quien depuso en el año 476 al último emperador de Occidente, o sea, a Rómulo Augústolo (475-476). Este hecho pasó casi inadvertido, pues apenas afectaba a la vida cotidiana de los romanos. El emperador oriental Zenón (474-491) no intervino.

En ausencia de un “augusto” en Occidente, [Zenón] se consideró depositario único del título imperial.1

1Salinero, R. G., Manual de iniciación a la historia antigua, Editorial UNED, 2022, p. 489.

La «reconquista» de Justiniano

Triunfo de Belisario

Justiniano impulsa una “reconquista” del territorio “perdido” por el Imperio Romano desde tres frentes:

1. Norte de África

Es una acción rápida dirigida por el general Belisario que logra vencer a los vándalos y celebrar un triunfo “sonado”1, pero a efectos prácticos Constantinopla sólo llega a dominar algunos puntos de la costa.

2. Italia

Es una acción que va a durar numerosos años de luchas sangrientas. El reino ostrogodo ofrece una durísima resistencia, pero finalmente los bizantinos vecen y la península itálica se convierte en una nueva provincia del Imperio. Con todo, la victoria bizantina no convence a la población romana de Italia, sobre todo cuando cae sobre ella la pesada losa tributaria de Constantinopla. Por añadidura, las fuerzas militares de Justiniano se van a ver incapaces de defender a Italia de la invasión de un pueblo mucho más feroz que los ostrogodos, a saber, los lombardos.

3. Litoral de Hispania

Aprovechando las habituales disputas internas de la monarquía visigoda, fuerzas bizantinas ocupan las partes del litoral del mediterráneo de Hispania, pero tres cuartas partes del territorio de la península se zafan del poder de Constantinopla.

El balance de esta “reconquista” es valorada por Emilio Mitre como pobre, pues Galia y África occidental escapan de la ocupación bizantina, en tanto que los territorios conquistados –sobre todo Italia– se encuentran en una lamentable situación económica. A esto hay que añadir el fuerte desgaste militar que ha supuesto todas estas acciones de “reconquista”, un desgaste que debilita la fuerza bizantina para defenderse en oriente de los persas. Debido a esta debilidad militar, Justiniano va a optar por mantener la paz pagando un fuerte tributo a aquéllos.

Defensivas en Oriente y resultados ilusorios en Occidente constituyen el legado político-militar que Justiniano transmite a sus sucesores.2

1«Belisario, al llegar con Gelimer y los vándalos a Bizancio, fue considerado merecedor de las honras que en épocas anteriores se les habían dispensado a los generales romanos […] Y, en efecto, haciendo gala del botín y de los prisioneros de guerra, Belisario condujo por medio de la ciudad el desfile que los romanos llaman ‘triunfo’ […] a pie desde su casa hasta el hipódromo, y, una vez allí, caminó de nuevo desde las carceres hacia el sitio justo donde está el trono imperial […] Una vez que Gelimer estuvo ya en el hipódromo y vio al emperador sentado en su encumbrado palco y al pueblo de pie a ambos lados y comprendió, mirando a su alrededor, en qué miserable situación se encontraba, ni se puso a llorar ni a lamentarse, pero no dejó de repetir, conforme a la Sagrada Escritura de los hebreos: ‘Vanidad de vanidades, todo es vanidad’. Cuando llegó bajo el palco imperial, lo despojaron de la púrpura y lo obligaron a caer de bruces en reverencia al emperador Justiniano. Y esa reverencia también la hacía Belisario, que se había quedado acompañándolo como un suplicante del emperador”.» (Procopio, Historia de las guerras, IV, 8, 12-13).

2Mitre, E., Introducción a la historia de la E.M. europea, Ediciones Istmo, 2019, p. 58.

Isidoro de Sevilla: etimología de «discere/scire» y el vínculo con las artes liberales

Isidoro de Sevilla (ca. 560-636) trató de transmitir a sus contemporáneos los esquemas de pensamiento clásico a través de las artes liberales, dando prioridad al aprendizaje del lenguaje.

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