Historia antigua y medieval: Bizancio a partir de Heraclio

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Tras la muerte de Justiniano, la imposibilidad de retener los territorios reconquistados es una evidencia. Sus sucesores van a perder, en efecto, tales territorios, a pesar de figuras tan potentes como la de Heraclio, quien será derrotado en el “desastre” de Yermuck en el año 636.

Justiniano quería reconstruir la antigua unidad del Imperio romano

La civilización romana no desapareció con la caída del Imperio de Occidente. Los reinos bárbaros asentados ahora en Italia (ostrogodos), Galia (francos y burgundios), Hispania (suevos y visigodos) y en el norte de África (vándalos) habían recibido la impronta cultural romana (lengua latina, derecho romano, estructuras administrativas y formas institucionales romanas, religión cristiana, etcétera). El Imperio en oriente, por su parte, sobrevivió y, con Justiniano (527-565), volvieron las épocas de gloria.

Justiniano quería reconstruir la unidad del antiguo Imperio romano (“restitutio Imperii”). Para tal objetivo envió a su general Belisario a la conquista del reino vándalo1 y, después, a la conquista de Italia, siendo esta última una operación larga y difícil2. Para la conquista de la península Ibérica –aprovechando las pugnas internas de los visigodos– y la islas Baleares3, las tropas fueron dirigidas por el patricio Liberio –antiguo prefecto del pretorio del ostrogodo Teodorico el Grande–.

Inspirándose en la tradición política romana, Justiniano llevó a cabo una reorganización administrativa tanto en los nuevos territorios conquistados como en los del Imperio Oriental –los territorios conquistados fueron considerados parte integrante del Imperio Oriental–. Impulsó, además, una revisión del ordenamiento jurídico romano que dio origen a una obra que sería conocida posteriormente como “Corpus Iuris Civilis”. Justiniano practicó una política despótica que se “subvencionaba”, por decir así, mediante una fuerte presión fiscal. Por añadidura, su autoridad imperial se mostraba defensora de la ortodoxia religiosa a través de la práctica del cesaropapismo, esto es, el poder del emperador era superior al de la autoridad religiosa.

1Es una acción rápida dirigida por el general Belisario que logra vencer a los vándalos y celebrar un triunfo “sonado”, pero a efectos prácticos Constantinopla sólo llega a dominar algunos puntos de la costa.

2Es una acción que va a durar numerosos años de luchas sangrientas. El reino ostrogodo ofrece una durísima resistencia, pero finalmente los bizantinos vecen y la península itálica se convierte en una nueva provincia del Imperio. Con todo, la victoria bizantina no convence a la población romana de Italia, sobre todo cuando cae sobre ella la pesada losa tributaria de Constantinopla. Por añadidura, las fuerzas militares de Justiniano se van a ver incapaces de defender a Italia de la invasión de un pueblo mucho más feroz que los ostrogodos, a saber, los lombardos.

3Aprovechando las habituales disputas internas de la monarquía visigoda, fuerzas bizantinas ocupan las partes del litoral del mediterráneo de Hispania, pero tres cuartas partes del territorio de la península se zafan del poder de Constantinopla.

Ius est ars boni et aequi

El jurisconsulto Celso definió el derecho del siguiente modo: “ius est ars bonis et aequi” (el derecho es el arte de lo bueno y de lo justo). ¿Qué era un jurista en el mundo romano? Una suerte de sacerdote que rendía culto a la justicia y que era capaz de separar lo justo de lo injusto, lo lícito de lo ilícito.

Los romanos crearon la ciencia del derecho en cuanto instrumento regulador de la convivencia social. Preceptos esenciales del derecho eran: “Vivir honradamente”, “No perjudicar a los demás”, “Dar a cada cual lo que le corresponde”, y otros. Existía en el derecho un fuerte vínculo entre moral y deber cívico y, también, una conexión entre las esferas de lo privado y lo público, esto es, se regulaban las relaciones entre individuos y entre éstos y la sociedad. El derecho nació en el seno de los sacerdotes, o sea, los pontífices.

La lucha por la igualdad política mantenida entre plebeyos y patricios tuvo como resultado la publicidad del derecho para fuese conocido por todos: a mediados del s. V a.C. la Ley de las Doce Tablas fue expuesta en el Foro y se convirtió en la base jurídica durante tres siglos. Se iniciaba, así, un proceso de secularización del derecho, vale decir, pasaba de las manos de los pontífices a las de los juristas.

El derecho clásico sólo se aplicó de un modo “puro” en Roma ciudad, en tanto que el derecho vulgar –mezcla de derecho clásico con costumbres jurídicas– se aplicó en las provincias. Una nueva filosofía del derecho se desarrolló entre los siglos I a.C. y el III d.C. Esta nueva filosofía, que tuvo una fuerte influencia de Aristóteles y de los estoicos, subordinó el derecho clásico a ciertos conceptos éticos (equidad, costumbre, dignidad, etcétera). Uno de los mayores logros del derecho clásico fue el análisis y la regulación de los contratos como instrumentos de intercambio económico.

A partir del siglo III d.C., el derecho romano clásico cedió el paso al derecho vulgar, desapareciendo con ello la labor creadora de los juristas. En época de la tetrarquía, el emperador tenía el monopolio de la elaboración del derecho y, a partir de Constantino, el cristianismo lo marcó profundamente.

Justiniano cerró la evolución del derecho romano (s. VI) con el “Corpus Iuris Civilis”, que estaba formado por:

  • Las «Instituiones» (manual para estudiantes de “derecho”).
  • Las «Digesta» (antología de jurisprudencia clásica).
  • El «Codex» (colección de constituciones imperiales de Adriano hasta el propio Justiniano).

Luego se añadiría:

  • Las «Novellae leges» (nuevas constituciones dictadas por Justiniano y sus inmediatos sucesores).

La «reconquista» de Justiniano

Triunfo de Belisario

Justiniano impulsa una “reconquista” del territorio “perdido” por el Imperio Romano desde tres frentes:

1. Norte de África

Es una acción rápida dirigida por el general Belisario que logra vencer a los vándalos y celebrar un triunfo “sonado”1, pero a efectos prácticos Constantinopla sólo llega a dominar algunos puntos de la costa.

2. Italia

Es una acción que va a durar numerosos años de luchas sangrientas. El reino ostrogodo ofrece una durísima resistencia, pero finalmente los bizantinos vecen y la península itálica se convierte en una nueva provincia del Imperio. Con todo, la victoria bizantina no convence a la población romana de Italia, sobre todo cuando cae sobre ella la pesada losa tributaria de Constantinopla. Por añadidura, las fuerzas militares de Justiniano se van a ver incapaces de defender a Italia de la invasión de un pueblo mucho más feroz que los ostrogodos, a saber, los lombardos.

3. Litoral de Hispania

Aprovechando las habituales disputas internas de la monarquía visigoda, fuerzas bizantinas ocupan las partes del litoral del mediterráneo de Hispania, pero tres cuartas partes del territorio de la península se zafan del poder de Constantinopla.

El balance de esta “reconquista” es valorada por Emilio Mitre como pobre, pues Galia y África occidental escapan de la ocupación bizantina, en tanto que los territorios conquistados –sobre todo Italia– se encuentran en una lamentable situación económica. A esto hay que añadir el fuerte desgaste militar que ha supuesto todas estas acciones de “reconquista”, un desgaste que debilita la fuerza bizantina para defenderse en oriente de los persas. Debido a esta debilidad militar, Justiniano va a optar por mantener la paz pagando un fuerte tributo a aquéllos.

Defensivas en Oriente y resultados ilusorios en Occidente constituyen el legado político-militar que Justiniano transmite a sus sucesores.2

1«Belisario, al llegar con Gelimer y los vándalos a Bizancio, fue considerado merecedor de las honras que en épocas anteriores se les habían dispensado a los generales romanos […] Y, en efecto, haciendo gala del botín y de los prisioneros de guerra, Belisario condujo por medio de la ciudad el desfile que los romanos llaman ‘triunfo’ […] a pie desde su casa hasta el hipódromo, y, una vez allí, caminó de nuevo desde las carceres hacia el sitio justo donde está el trono imperial […] Una vez que Gelimer estuvo ya en el hipódromo y vio al emperador sentado en su encumbrado palco y al pueblo de pie a ambos lados y comprendió, mirando a su alrededor, en qué miserable situación se encontraba, ni se puso a llorar ni a lamentarse, pero no dejó de repetir, conforme a la Sagrada Escritura de los hebreos: ‘Vanidad de vanidades, todo es vanidad’. Cuando llegó bajo el palco imperial, lo despojaron de la púrpura y lo obligaron a caer de bruces en reverencia al emperador Justiniano. Y esa reverencia también la hacía Belisario, que se había quedado acompañándolo como un suplicante del emperador”.» (Procopio, Historia de las guerras, IV, 8, 12-13).

2Mitre, E., Introducción a la historia de la E.M. europea, Ediciones Istmo, 2019, p. 58.

Justiniano y la política de reorganización interna

El siglo VI, el “siglo de Justiniano”, es un siglo de luces y sombras: es el del esplendor cultural de la cuenca oriental del Mediterráneo1 y, también, el del fracaso a la hora de intentar la restauración de la perdida unidad política del viejo Imperio Romano.

La obra de Justiniano descansa fundamentalmente sobre dos principios:

  • El romanismo como principio de la restauración política.
  • El cristianismo como elemento aglutinante del Imperio.

En cuanto al primer principio, Justiniano lleva a cabo una labor legislativa que puede ser considerada el aporte más positivo y duradero de este emperador. Acopla las leyes de la antigua Roma al mundo bizantino a través del Corpus iuris civilis que incluye:

  1. “Código justineaneo” (recoge las constituciones imperiales que han habido hasta el momento)
  2. ‘Digesto’ (recopilación de la obra de los principales jurisconsultos)
  3. ‘Instituta’ (una especie de manual para universitarios)
  4. ‘Novellae’ (nuevas leyes promulgadas bajo el gobierno de Justiniano)

En lo referente al segundo principio, esto es, el cristianismo, dos acciones de Justiniano van a destacar: el cierre de la Escuela de Atenas en el 529 –uno de los últimos reductos del paganismo– y un acuerdo con el pontificado romano para combatir la herejía en Oriente.

1Grandes expresiones artísticas tienen lugar con Justiniano, como Santa Sofía de Constantinopla y las Iglesias de Ravena, donde se fusionan elementos romanos, griegos, orientales y cristianos. Manifestaciones artísticas como estas son las que contribuyen a la forja de la civilización bizantina.

De Lagash a Constantinopla pasando por Roma

Baba

Andaba un hombre tan ocupado que se convirtió en eso precisamente: ocupación. Y los intereses subieron a un 33% y exigió pago y, en caso de impago, palo. Un sistema redistributivo siempre tiene grietas, burócratas y corruptos, sea dos mil años antes de Cristo o dos mil años después del mismo Cristo. En todo caso, el hombre ocupado sigue siendo el mismo y los que pudren lo que tocan también. Con todo, siempre hay reformadores; piénsese en aquel de Lagash, rey y esposo de una sacerdotisa. Para llevar a cabo una reforma es necesario tener la divinidad de tu lado o , si no, como mínimo un buen plan seudodivino. Pero los edictos acuñados en arcilla son como los escritos tecleados desde un sistema posmoderno: un instante que será destruido por el siguiente. La destrucción es inevitable del mismo modo que lo es un hombre que siempre anda ocupado en cobrar sus intereses.

¿Pero qué es lo importante? Pensar a lo grande, pues cuanto más pesa lo pensado, más tardará en diluirse bajo la fina y persistente lluvia del tiempo. Junstiniano, por dar un ejemplo, pensó a lo grande y sustanció tal pensamiento en aquella Gran Iglesia. Y él, sí, él, al inaugurar su gran pensamiento, exclamó: “¡Te he superado Salomón!”. El tamaño importa, y lo importante es ser recordado cueste lo que cueste, sea elevando grandes construcciones o hundiendo al número en la miseria.

La divinidad es tan deseada, se desea tanto ser divino que cualquier planta puede servir para coronarse y exigir sacrificios (los dioses están en toda partes). Y siempre será mucho más fácil y práctico exigir que los otros se sacrifiquen por-para ti, por las buenas o por las malas, pero que se sacrifiquen. A veces hay que ser ingeniero político para lograr tus fines, pero si la cosa sale bien, puedes ser coronado por salvar una res publica a la que tú mismo le has dado la estocada final con una espada llamada res publica restituta. Lo importante no es la verdad sino la grandeza de la mentira. Una gran mentira siempre deja oculta la miserable verdad que permanece muerta de hambre en una oscura celda.

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