Pues con la tierra hemos conocido la tierra

En este fragmento de Empédocles encontramos una suerte de tesis del conocimiento.

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Antropología: comentario de «Género, diferencia y desigualdad» de Virginia Maquieira (VII)

Después de examinar la dicotomía de lo privado y lo público, ahora nos adentramos en la problemática de un conocimiento heredado que está trufado de visiones estereotipadas sobre hombres y mujeres de fondo esencialista. La sociología del siglo XIX postuló una serie de sesgos que heredaron las ciencias sociales del siglo XX. ¿Cómo se pueden redefinir unas categorías o conceptos que llevan en sí tales sesgos?

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Los universales según Ockham

Para Guillermo de Ockham (ss. XIII-XIV), que estudió en Oxford y fue conocido como Venerablis Inceptor, los universales no están en las cosas ni son esencias causales, sino que tales universales se encuentran en los términos —palabras, conceptos, signos, etcétera— que atribuimos a los singulares. Esta postura de Ockham respecto a los universales se llama nominalismo…

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La división de las ciencias según Boecio

Boecio, «el último de los romanos y el primero de los escolásticos», vivió entre los siglos V y VI en un momento de profundos cambios políticos y religiosos. Es este un autor fundamental al que tenemos que aproximarnos si queremos comprender el pensamiento medieval. Una de sus principales aportaciones no es sino la división de las ciencias teóricas, una división que sigue muy de cerca la tradición aristotélica y con la que se inaugura el pensamiento filosófico tal como hoy en día lo conocemos.

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Sobre la teoría de las «tres visiones» de San Agustín

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La noción de «experiencia» de Roger Bacon

Para Roger Bacon (s. XIII) la experiencia es la base del conocimiento científico. Sin embargo, sin una iluminación divina el conocimiento sigue siendo muy limitado. Es por ello que Bacon recurre al iluminismo. Por tanto, tenemos que enmarcar a este pensador dentro de la tendencia empirista-iluminista inglesa.

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El pecado según Pedro Abelardo

Pedro Abelardo (10791142), el “profesor de la lógica” de la Edad Media, expone su ética en su “Scito te ipsum” (Conócete a ti mismo). En esta obra aflora la influencia de la ética de Sócrates, la cual, a su vez, viene marcada por la máxima griega ΓΝΩΘΙ ΣΕΑΥΤΟΝ. Por tanto, la ética de Abelardo —al igual que la de Sócrates— está fundamentada en la tensión conocimiento-ignorancia. Ahora bien, con el pensador medieval la ética está radicalmente integrada en el cristianismo y, por tanto, en la cuestión del pecado —quien hace el bien, no peca; quien hace al mal, peca. Es por ello que Abelardo trata de aclarar el significado del término “pecado”.

¿Cuándo acontece el “pecado”? Cuando el alma es culpable de despreciar a Dios, lo que sólo es posible si tal alma conoce a Dios y se niega a obedecer el precepto divino que le es conocido1. Abelardo señala que existen acepciones impropias de “pecado”, es decir, casos en que se habla de “pecado” cuando en realidad no lo es. ¿Cuándo sucede esto último? Cuando la ignorancia lleva al individuo a hacer algo que está en contra del precepto divino. El pensador medieval apunta que existen dos tipos de ignorancia, la “intelectual” y la “moral”. La primera queda fuera del ámbito de la ética —v.g. cuando un individuo no sabe resolver una operación matemática. En cuanto a la ignorancia “moral”, encontramos en ella dos clases: la “ignorancia invencible” y la “ignorancia por negligencia”. La “ignorancia invencible” se caracteriza por su incapacidad cognitiva y es propia, por ejemplo, de los locos y de los “naturales stulti” (necios por naturaleza). En cambio, la “ignorancia por negligencia” alude al desconocimiento de aquello que podemos y debemos conocer. Si esta “ignorancia por negligencia” es voluntaria, esto es, si es intencionada, entonces será cuando se produce el “pecado”. La ignorancia, en efecto, es un atenuante que exime de culpa, y se da siempre en el caso de la “ignorancia invencible” porque quienes incurren en ella no son en realidad agentes morales, mientras que en la “ignorancia por negligencia” sólo será fuente de “pecado” en aquellos casos en que la intencionalidad es manifiesta, esto es, cuando dicha ignorancia es voluntaria.

Por todo esto, el sentido propio del “pecado” se caracteriza por la intencionalidad: la moralidad del acto se identifica con la intención. Se peca cuando se desobedece intencionadamente el precepto divino y, también, cuando se ignora el referido precepto de una manera intencionada.

En resumen, la ética de Pedro Abelardo se desarrolla a partir de la tensión conocimiento-ignorancia de la ética socrática. Esta tensión la traslada al concepto de “pecado” que es propio del cristianismo, siendo aquí necesario examinar tal concepto para esclarecer, en última instancia, si el alma es realmente culpable de haber “pecado”.

1Cf. Jakubecki, N., La ética de Abelardo, artículo del 2017 en las “XIº Jornadas de Investigación en Filosofı́a”.

Isidoro de Sevilla: Las artes liberales y el estatus especial de la gramática

Para Isidoro de Sevilla el lenguaje abría el acceso al conocimiento y, por ello, requería una profunda reflexión. De ahí que la gramática tuviera un estatus especial dentro de las artes liberales desde el punto de vista del hispalense —este estatus especial concedido a la gramática por su poder seminal y primordial respeto al resto de las artes iba a durar cinco siglos, desde Isidoro hasta Juan Gil de Zamora en el siglo XIII…

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Las siete artes liberales

Las artes liberales conformaban el sistema educativo de la antigüedad tardía grecorromana y de la Edad Media propia de los hombres “libres”, pues se ejercitaban con la razón. En contraposición a las artes liberales estaban las artes serviles, las cuales, propias de los siervos, se ejercitaban con el cuerpo1.

Marciano Capella (ca. 360-428) estableció el canon septenario, esto es el “trivium” (gramática, la retórica y la lógica) en cuanto artes del lenguaje y el “quadrivium” (música, aritmética, geometría, astronomía) en cuanto artes matemáticas. Las artes liberales conservaron su carácter propedéutico con el cristianismo y fueron utilizadas para explicar y aclarar la Sagrada Escritura en época patrística. Después de la época patrística, la filosofía quedó casi perdida y el desarrollo cultural de Occidente hasta el siglo XII giró en torno al cultivo de las artes liberales, las cuales concentraban, por decir así, lo que quedaba del saber heredado de la antigüedad2.

Aquello que se enseñaba en la “universidad” medieval y que no era teología, ni derecho, ni medicina eran las artes liberales. De poco antes de la “invasión aristotélico-árabe” se conoce «[…] una exposición valiosísima de en qué consistía el programa de las “siete artes liberales” en la mente de un hombre de la escuela de Chartres: es el ‘Heptateuchon’ de Thierry de Chartres […]»3. En tal programa se observa la tendencia a identificar las “artes liberales” con la “filosofía”.

1Arte de “ars” en cuanto saber en sentido de τέχνη, o sea, arte, ciencia, etcétera. Liberal de “liberalis” en cuanto propio del hombre libre.

2Cf. Fraile, G., Hist.Fil. II (1º), BAC, 2018, p. 55 y ss.

3Marzoa, F., Hist. Fil. I, Ediciones Akal, 2013, p. 302.

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