Las infinitas vidas de Euclides: comentario del capítulo «Higino: La agrimensura»

El autor de las «Infinitas vidas de Euclides» nos propone en este capítulo reflexionar sobre la relación entre la teoría y la práctica en cuanto a la geometría euclidiana se refiere. Veamos cómo se vincula la agrimensura romana con la geometría de Elementos.

Estamos en la Roma del 100 d.C. En el contexto de las colonias, tenemos a un agrimensor llamado Higino que se dedica a la parcelación de tierras. También se encarga de registrar las propiedades y de aquellas parcelas que se sortean, se encarga de llevar a los nuevos colonos a su correspondiente parcela para evitar errores y disputas. El instrumento de medición que utiliza es la “groma”, una vara vertical de madera sobre la que se sostiene una cruz horizontal de metal con una plomada colgando en cada extremo. Los romanos, como es bien sabido, fueron constructores de grandes obras de ingeniería —carreteras, acueductos, etcétera— y todas esas obras dependían de una precisa medición de la tierra sobre la que se alzaban las construcciones. Por ello había en Roma una tradición de agrimensores. Éstos eran unos profesionales que estaban bien equipados y utilizaban la “groma” para establecer líneas rectas, cuadrados y rectángulos, pero no así para medir ángulos. De hecho, no utilizaban la trigonometría. Los agrimensores, por tanto, eran medidores de la tierra y formaban un colectivo profesional muy respetado y apreciado. De hecho, se les confiaba unas funciones cuasi judiciales. Sin embargo, pocos agrimensores están citados individualmente, pero Higino es una excepción. Higino escribió acerca de cómo establecer límites, cómo indicar diferentes tipos de tierras en los mapas y cómo resolver disputas de tierras.

Entre los siglos IV y V se publicó una colección de textos de agrimensura, entre los que estaban los Higino. Esta colección de textos de agrimensura fue llamado “Corpus agrimensorum”. Es un compendio con definiciones geométricas muy similares a las que encontramos en el libro I de Elementos. También contiene ilustraciones, desde simples diagramas geométricos hasta imágenes complejas con carreteras, árboles, edificios, etcétera. Se ilustran técnicas y resultados de la agrimensura practicada en el Bajo Imperio. Este manuscrito fue copiado numerosas veces en monasterios de la Europa merovingia y carolingia, pero estas copias, a causa del lenguaje complejo y técnico utilizado en el referido compendio, introdujeron errores y una degeneración de ciertos diagramas. Por añadidura, el sistema de agrimensura romana no fue aplicada en la Edad Media porque estaba pensada para campos abiertos, lo que no había, por decir así, en el medievo. Por ello, la “groma” pasó en la Edad Media a la historia.

En cuanto al “Corpus agrimensorum” en relación con Elementos, ¿qué podemos decir? Empecemos diciendo que no ha sobrevivido ninguna versión completa en latín de época romana de Elementos, sobre todo porque no era una obra popular en Roma entre los siglos V y VI. Con todo, se escribió un resumen sin demostraciones que de Elementos que ha sido asociado tradicionalmente a Boecio. Este resumen en la Edad Media estuvo vinculado al “Corpus agrimensorum”. En las primeras escuelas y monasterios del medievo se formó una nueva disciplina, la geometría, cuyos textos básicos se atribuían a veces a Euclides y otras veces a Boecio. De hecho, se tomaban partes del referido resumen de Elementos atribuido a Boecio y también del “Corpus agrimensorum”. Lo cierto es que la geometría era concebida para un uso teórico. El cristianismo consideraba la geometría una preparación para la teología, lo que es parecido al caso de Platón y Proclo en cuanto a su concepción de la geometría en relación con la filosofía. La geometría constituía, dicho en pocas palabras, una base de certeza y estabilidad. Pero además, en el Antiguo Testamento encontramos pasajes donde se presenta a Dios como un geómetra o agrimensor. Por ello, el aprendizaje de geometría se consideraba en este ambiente cristiano una suerte de aproximación a Dios.

La disciplina ordenada y bien delimitada del agrimensor se convirtió en una metáfora de un cosmos ordenado y la ciencia de la geometría, una imagen del acto de creación.

La división de las ciencias según Boecio

Boecio, «el último de los romanos y el primero de los escolásticos», vivió entre los siglos V y VI en un momento de profundos cambios políticos y religiosos. Es este un autor fundamental al que tenemos que aproximarnos si queremos comprender el pensamiento medieval. Una de sus principales aportaciones no es sino la división de las ciencias teóricas, una división que sigue muy de cerca la tradición aristotélica y con la que se inaugura el pensamiento filosófico tal como hoy en día lo conocemos.

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Boecio: el camino ascensional de la filosofía a la sabiduría

Boecio, el último de los romanos y el primero de los escolásticos, fue un romano de ilustre familia que la Fortuna quiso que fuese encarcelado y ejecutado. No se merecía pensador este fatídico destino, desde luego. En la cárcel escribió «De consolatione philosophiae», una obra donde Boecio trató de encontrar el camino hacia la sabiduría, hacia Dios, pues este era, a su juicio, el único camino posible para alcanzar la felicidad -a pesar de todos los males que la Fortuna le había traído. Sin entender el pensamiento de Boecio, ¿quién puede entender a los filósofos medievales?

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Forma y naturaleza con Boecio

Boecio (ca. 480 – ca. 524), autor imprescindible para comprender el pensamiento medieval, trató de aclarar conceptos tales como “naturaleza” y “ciencia”. En su “Contra Eutiques” podemos hallar cuatro modos de entender el concepto “naturaleza”:

  • Todos los seres corpóreos (o sustancias) compuestos de materia y forma.
  • Cada una de las sustancias (o singulares) según sus propiedades o atributos.
  • Como principio de movimiento por sí mismo (=”physis”).
  • Más allá de los seres corpóreos, también referido a los seres no corporales (sin materia).

La ciencia se fundamenta en el estudio de las formas que provienen de las esencias (“lo-que-es” [id quod est]) de las sustancias y el modo en que estas formas existen en los objetos que percibimos.

Pues todo ser proviene de la forma. Así, la estatua se dice que es la efigie de un animal, no por el bronce, que es la materia, sino por la forma que en él está impresa; y el bronce mismo no se llama (estatua) por la tierra, que es su materia, sino por la figura que tiene el mismo bronce. Y la tierra misma no se denomina (tal) por la materia informe, sino por la sequedad y gravedad, que son formas. Así que nada se dice ser por la materia, sino por la propia forma.1

La forma resulta determinante para establecer la división de las ciencias teóricas. Boecio realiza esta división en función de la relación de la forma con la materia2:

  • Ciencia natural: examina las formas “cum materia”, esto es, aquellos seres dotados de materia y forma.
  • Ciencia matemática: trata las formas “praeter materiam” (v.g. números, líneas, etcétera).
  • Ciencia teológica: estudia las formas “sine materia”.

Algo “es” gracias a la forma, he ahí su esencia, pero la existencia de ese algo es otra cosa, y así lo aclara Boecio con el siguiente principio:

No es lo mismo el existir [esse], que lo-que-es [id quod est]. Pues el existir mismo no es. En cambio, lo-que-es, recibida ya la forma de existir [accepta essendi forma], es y subsiste (axioma II).3

Esta distinción entre “id quod est” (esencia) y “esse” (existir) la desarrollará muchos siglos después Tomás de Aquino (ca. 1225-1274).

1Boecio, “Hebdomadibus”.

2Para una explicación más detallada de la división de las ciencias, consúltese la cuestión “XIV. La división de las ciencias según Boecio”.

3Saranyana, J-I., Breve historia de la filosofía medieval, EUNSA, 2010, p. 26.

El nominalismo de Pedro Abelardo

El problema de los universales lo dejó abierto Boecio en sus comentarios sobre la introducción de las categorías de Aristóteles de Porfirio. El problema central de este problema, si se me permite expresarlo así, se sintetiza en la siguiente pregunta: ¿Pueden los universales existir en las cosas, fuera de ellas o, tal vez, sólo pueden ser considerados concepciones de la mente? Antes de Pedro Abelardo (1079-1142), ya existían dos tendencias que trataban de solucionar el referido problema, a saber…

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Las siete artes liberales

La Edad Media en occidente estuvo atravesada por largos siglos en que sólo conocía la filosofía griega por medio de fuentes indirectas. Sin embargo, heredó el programa de educación conocido como artes liberales. El origen de este nombre se corresponde a la idea romana de la instrucción, a saber…

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El problema de los “nombres universales” según Pedro Abelardo

La cuestión de los universales, que ya había sido abierta en su momento por Boecio y, naturalmente, mucho antes por Platón y Aristóteles, y que ahora Pedro Abelardo (1079-1142) trata de resolver, es la siguiente: ¿Los géneros y especies1, esto es, los nombres universales, pueden existir en las cosas, fuera de ellas o sólo pueden ser considerados concepciones de la mente?

Antes de Abelardo, encontramos ya una serie de soluciones, que se suelen agrupar en dos tendencias: «realismo» (los universales son algo real) y «nominalismo» (el universal es la mera palabra que sirve a la vez para designar a este, aquel y el otro individuo; lo real son sólo los individuos).2

1«En el ejemplo clásico del mismo Aristóteles, “el hombre es el animal racional”, “animal” es el género, “hombre” la especie y “racional” la diferencia específica (adiáfora). La definición de hombre, por tanto, consiste en añadir una diferencia (específica o especificante) al género.» (Enciclopedia online Herderen la entrada “Especie”).

2Marzoa, F., Hist. Fil. I, Ediciones Akal, 2013, p. 285.

La división de las ciencias según Boecio

Siguiendo las directrices marcadas por Aristóteles, Boecio establece que la filosofía se divide en dos grandes especies de ciencias, a saber, las teoréticas o especulativas y las prácticas o activas. Al mismo tiempo, las primeras se dividen en función de los seres a estudiar en tanto que las segundas según los actos a considerar…

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Boecio: sobre la filosofía, la sabiduría y la ciencia natural

Boecio (ca. 480 – ca. 524) fue un romano de ilustre familia que tuvo un importante cargo dentro de la corte del ostrogodo Teodorico, quien al cabo lo hizo encarcelar y ejecutar por traición. En la cárcel compuso De consolatione philosophiae. Cursó sus primeros estudios en Roma y luego fue enviado a Atenas donde permaneció unos dieciocho años. En su ánimo estaba conciliar Platón y Aristóteles, pues pensaba que entre ambos no había discordia, sino armonía…

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Sócrates en la Edad Media

Sócrates, descrito tanto en obras filosóficas como históricas, fue conocido por los medievales como aquel que fundó la filosofía y la ética. Desde un punto de vista de la lógica, esto es, la dialéctica, el ateniense fue considerado como el primero que accedió al conocimiento de las relaciones entre los enunciados generales y las cualidades o circunstancias singulares y, en justa consecuencia, como uno de los pioneros en establecer un método fiable para hacerse con la verdad…

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