Antropología: comentario de «Género, diferencia y desigualdad» de Virginia Maquieira (VII)

Después de examinar la dicotomía de lo privado y lo público, ahora nos adentramos en la problemática de un conocimiento heredado que está trufado de visiones estereotipadas sobre hombres y mujeres de fondo esencialista. La sociología del siglo XIX postuló una serie de sesgos que heredaron las ciencias sociales del siglo XX. ¿Cómo se pueden redefinir unas categorías o conceptos que llevan en sí tales sesgos?

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Antropología: comentario de «Género, diferencia y desigualdad» de Virginia Maquieira (II)

Después de haber atendido a la introducción de este trabajo, ahora ya pasamos al primer tema que trata Virginia Maquieira, a saber, la biología y la desigualdad. En este tema vamos a ver cómo el determinismo biológico ha llegado hasta nuestros días y cómo desde él se justifica el patriarcado y, por ende, la desigualdad entre hombres y mujeres.

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Antropología: comentario de «Género, diferencia y desigualdad» de Virginia Maquieira (I)

Anteriormente hemos visto con Kottak que «género» es un concepto complejo que está referido a los rasgos que una cultura asigna o inculca a hombres y mujeres. Es, por tanto, «género» una construcción social. Ahora vamos a profundizar más en este concepto de la mano de Virginia Maquieira. El presente comentario se centra en la introducción que realiza esta autora, una introducción en la que se expone el androcentrismo que impregna la antropología social y cómo pretende esta disciplina despojarse de tal androcentrismo por medio de la categoría «género».

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Antropología: Género (1/2)

Vamos a analizar un concepto que es complejo, a saber: “género”. Y lo vamos a analizar desde un punto de vista antropológico con la ayuda del manual de Kottak, donde encontramos un capítulo cuyo título es precisamente “Género”.

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Las filósofas medievales (pensamiento e influencia)

¿Hubo filósofas medievales? A veces parece que no —si sólo nos quedamos con lo que dicen numerosos manuales de historia de la filosofía. Pero sí, desde luego que sí las hubo. La tradición filosófica femenina de la Edad Media estuvo en concordancia con su tiempo, es decir, atendió a la relación entre fe y filosofía, una relación que tenía un fin último y divino: Dios. La escolástica vetó el acceso a la mujer, pero algunas mujeres pudieron ejercer la filosofía a través de la mística. Estas mujeres que filosofaron desde el ámbito de la mística, adquirieron profundos conocimientos teológicos y metafísicos y eran, en su mayoría, nobles y religiosas que tenían acceso a las bibliotecas…

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Hildegarda de Bingen: la gran filósofa de la Edad Media

Santa Hildegarda de Bingen (1098-1179) fue la filósofa más influyente de la Edad Media. Fue abadesa del monasterio de Bingen y, tal como señala Ferrer, tras siglos de “olvido”, Hildegarda fue incorporada a la breve lista de Doctoras de la Iglesia. Su pensamiento se caracteriza por la visión divina, el éxtasis, una perspectiva holística del universo que se difundió en el siglo XII y, desde luego, una versión femenina y espiritual del conocimiento…

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San Agustín y las mujeres filósofas

Con Constantino el cristianismo se legalizó en el Imperio1, y con ello las mujeres adquirieron cierto grado de libertad. Pero esto no acabaría, ni mucho menos, con la marginación de éstas, lo que hay que tener presente para comprender y valorar la postura de San Agustín respecto a las mujeres filósofas.

San Agustín consideró que el hombre y la mujer tenían una alma racional idéntica. En el alma racional residía, a juicio de este pensador, la imagen divina y, en justa consecuencia, el alma racional constituía la parte superior del ser humano. El hiponense habló de una independencia de la mujer que no tenía precedentes en un mundo en que la…

[…] marginación de la mujer fue parte de un contexto, de un paradigma machista y esclavista que ahora nos sorprende y aterroriza. Es como estar en la oscuridad de la caverna de Platón.2

En sus diálogos filosóficos de Casiciaco, Agustín introduce a su madre Mónica, donde la alaba y la llama “filósofa”. La madre le pregunta a su hijo si una mujer puede participar en una discusión filosófica, a lo que Agustín responde afirmativamente, añadiendo:

Porque también las mujeres filosofaron entre los antiguos, y tu filosofía me agrada muchísimo. (1,11,31)

Agustín, pues, rompió con la exclusión femenina en el ámbito de la filosofía, dejando bien clara su posición de la siguiente manera:

Por su mente, en cuanto al conocimiento intelectual, la mujer ciertamente, es por naturaleza igual al hombre […]3

1Consúltese en el anexo histórico de esta misma obra: “Constantino y el Imperio Cristiano”.

2Pou Sabaté, L., “Filósofas medievales de la Europa cristiana contexto de la época, influencia de san Agustín y repercusión de la actualidad”, Teología y mundo actual, 288, 2023, págs. 27-51.

3Agustín, Confesiones, 13,32,47.

No hay cabida para el descanso

Bajo aquellas tierras encontró una tablilla en la que estaba representada una daga. Después de contemplarla durante horas, arrojó la tablilla al río y se compró un cuchillo tan afilado que no pudo evitar matar con él a su hermano. Es mucho mejor matar a tu hermano que suicidarte, pues el vivir siempre está abierto a las posibilidades, mientras que el suicidio acaba con toda posibilidad. La inteligencia se pone al servicio del vivir, y ella busca cualquier justificación para ejercer una represión extrajudicial, pues de lo que se trata es de matar a los enemigos del Estado, y el Estado empieza por uno mismo.

El que anda el camino sabe muy bien que sólo hay uno y que las veredas son ilusiones del sonámbulo que sueña estar navegando cien mares y en cien riberas. Las veredas son para los que duermen, para el ganado, para el inconsciente. ¿Viajes? Sólo el del camino en el que no hay hombres buenos ni malos, sino hombres. Los que hablan de las buenas gentes que descansan bajo tierra, hablan sin mirar los ojos del propietario de la tierra, ese hombre que es una mujer, esa mujer que es un hombre: ella, él, ambos tienen un plan para la tierra, y en él no hay cabida para el descanso.

¿Qué quieren esos hombres de las mujeres?

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Medea furiosa (Delacroix)

Aquella hermosa Marcela, aquella pastora deseada por todos los hombres que la contemplaban, era una mujer y no un instrumento hecho para quienes la codiciaban. Querían utilizarla. Y Marcela, con la valentía que está reservada a unos pocos seres, se plantó delante de todos en aquel entierro de Grisóstomo para hacer saber que el difunto era el único responsable de su propia muerte. ¿Cómo alguien la podía culpar de no amar a un hombre? Ese hombre murió porque se cegó con algo que no era amor sino locura. ¡Hermosa y libre Marcela, qué necios son esos hombres!1

Pero, ¿qué quieren esos hombres? Mujeres sumisas que con su belleza complazcan sus lascivos deseos. Es decir, quieren dominar, someter… Se sienten dueños no sólo de sus apetitos sino también, de algún modo, de todas las mujeres que desean. Tales hombres sólo ven en la mujer un medio. He ahí la mujer del ujier descrita por Kafka2. ¿Qué le dice esa mujer a K, esa mujer que es utilizada tanto por el estudiante como por el juez instructor? «Puede hacer conmigo lo que desee, estaré feliz si puedo abandonar este sitio el mayor tiempo posible, aunque lo mejor sería para siempre»3. Y es eso precisamente lo que quiere oír K, por eso cree lo que escucha. K en el fondo quiere tener una mujer para hacer con ella lo que desee, eso es todo.

Pero vayamos ahora a esa Grecia de Pericles y escuchemos a la Medea del poeta trágico Eurípides. La ultrajada esposa de Jasón se lamenta de cómo los maridos se apropian de los cuerpos de las mujeres y de cómo son las tales estigmatizadas en caso de divorcio o cuando rehuyen el cónyuge. Pero la misma Medea, tan clarividente en su crítica feminista cuando invoca a la diosa Temis, se deja arrastrar por el prejuicio, creyéndose ella misma que la mujer es el ser más sanguinario «cuando la ofenden en lo que toca al lecho»4. Sí… sí… lo sabemos todos… no es una mujer quien habla aquí, sino un poeta… un poeta…

1La historia de Marcela y Grisóstomo aparece en el capítulo XII del Don Quijote de la Macha de Cervantes.

2Kafka, El proceso.

3Ibíd.

4Eurípides, Medea.

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