De Filipo II a Roma como heredera del Imperio universal de Alejandro Magno

El audaz Filipo II hizo fuerte a un reino débil. Con él como regente, Macedonia vencía a la alianza Atenas-Tebas en Queronea (338 a.C.) —aquí un jovéncismo Alejandro se ponía al frente de la caballería macedonia— y creaba con su diplomacia una Liga Panhelénica con la que pacificaba la Hélade. Los macedonios dominaban, en efecto, la Hélade. Pero Filipo era consciente de que Atenas era la capital cultural griega y que Macedonia había sido históricamente considerada “semibárbara”. Por ello, el rey macedonio se preocupó de vincularse con Atenas para, de esta manera, legitimar el poder macedónico. Con la Hélade bajo su control, ahora Filipo ya planeaba hacer la guerra contra Persia. Pero tales planes serían interrumpidos a causa de su asesinato en Pella en el 338 a.C.

Alejandro Magno, a la muerte de su padre, no tardó en consolidar el reino Macedonio y ponerse en marcha con un pequeño pero fiel ejército a la conquista de Persia. Su vida fue corta, pero ésta superó en muchos aspectos, por decir así, a quien tanto admiraba, a Aquiles. Conquistó primero Asia Menor, haciendo huir por primera vez a Darío III en la batalla de Issos en el 333 a.C. Después conquistó Palestina, Fenicia y Egipto —en esta última fue declarado faraón. Luego se iba a producir la decisiva batalla de Gaugamela (331 a.C.), ahí donde el rey persa tuvo que huir por segunda vez, aunque en esta ocasión un sátrapa lo asesinaría. Las capitales persas se rindieron y consideraron al macedonio como sucesor legítimo de los aqueménidas. Alejandro trató de llevar a cabo una política de fusión étnica, lo que muchos griegos no comprendían. Pero Alejandro no tenía suficiente con haber conquistado Persia, quería ir más allá, hasta el “fin del mundo”, por lo que continuó su marcha hacia la India. El límite de su aventura lo marcó el río Indo. Aquí su ejército, exhausto, dijo “basta”. Alejandro tuvo que aceptar finalmente la situación y regresar. En este regreso, el macedonio enfermaría y acabaría muriendo en Babilonia en el año 323 a.C.

Con la muerte de Alejandro Magno, a la falta de un heredero, se produjo una pugna entre los diádocos —sucesores— , esto es, los grandes generales de aquél, para “repartirse” el vasto Imperio recién creado. Se iban a constituir a partir de la disgregación del Imperio diferentes reinos helenísticos, entre los que cabe destacar Egipto, Siria y Macedonia, los cuales iban a ser regidos respectivamente por los ptolomeos, los seleúcidas y los antigónidas. Estos reinos helenísticos se caracterizaron por el abandono de la política de fusión étnica iniciada por Alejandro y por imponer una clase dirigente de origen griego y macedonio. Todos estos reinos iban a ser después conquistados por Roma, pero no inmediatamente, , por ejemplo, el reino de los ptolomeos iba a mantener su autonomía durante tres siglos.

Con los referidos reinos helenísticos se iba a producir una evolución política y cultural muy destacada. Desaparecían las “póleis” griegas y, en su lugar, ahora emergería un régimen monárquico donde el rey participaba de la naturaleza divina. Al mismo tiempo, a pesar del abandono de la política de fusión étnica, se iba a producir una fusión de tradiciones culturales diferentes, difundiéndose entre éstas un dialecto ático que se iba a convertir en lengua franca. En cuanto a la filosofía, a causa de que la figura política del ciudadano quedaba suprimida por la desaparición de las “póleis”, los filósofos abandonaban la cuestión política —salvo Aristóteles— para focalizarse en teorías de la vida interior del individuo. Por lo que se refiere al arte y a la arquitectura, con aquélla se realizaba una representación realista de la vida, en tanto que con esta se levantaban imponentes obras, como la del Coloso de Rodas y el Faro de Alejandría. La política cultural de los ptolomeos fue de radical importancia, pues gracias a sus aportaciones económicas se construyó el Museo, haciendo que Alejandría se convirtiera en una suerte de capital cultural del “mundo” en la que emergieron grandes avances para la ciencia. Pero tales avances tuvieron un carácter más teórico que práctico, sobre todo porque la explotación servil —esclavos— era un recurso casi inagotable que hacia innecesaria la aparición de nuevas tecnologías. A parte de Alejandría, otros centros culturales fueron los de Atenas, Pérgamo y Antioquía.

Todos estos reinos helenísticos acabarían bajo el dominio romano. Después de la caída de Cartago, Roma se volcó en la conquista de los referidos reinos, unos reinos cuya debilidad principal no era sino la pugna que siempre había entre ellos. Roma supo aprovechar tal debilidad y, gracias a ella, se convirtió en la “heredera” del patrimonio cultural helenístico entre los siglos II y I a.C. Pero no sólo “heredera” del patrimonio cultural helenístico…

En realidad, sería Roma la verdadera heredera del Imperio universal creado por Alejandro.1

1Salinero, R. G., Manual de iniciación a la historia antigua, Editorial UNED, 2022, p. 258.

Reinos helenísticos: La división de un Imperio universal que sería conquistado por Roma

Con la muerte de Alejandro Magno (332 a.C. en Babilonia) la disgregación de su recién creado Imperio no se hizo esperar. A falta de herederos, los diádocos se pelearon entre sí para hacerse con el poder. De esta pugna surgieron tres reinos: Egipto, Siria y Macedonia. En general, estos nuevos reinos abandonaban la política de fusión étnica de Alejandro, imponiéndose en ellos una clase dirigente de origen griego y macedonio. Tres dinastías para tres reinos: ptolomeos en Egipto, seleúcidas en Siria y antigónidas en Macedonia. Fue el reino de Egipto el que mantuvo durante más tiempo su autonomía, a saber, tres siglos…

Suscríbete para seguir leyendo

Suscríbete para obtener acceso al contenido íntegro de esta entrada y demás contenido exclusivo para suscriptores.

La Macedonia de Filipo II

En torno a la segunda mitad del siglo IV a.C. emergió con fuerza la Macedonia de Filipo II (rey entre el 359 y el 336 a.C.). Filipo era un audaz político y militar que alcanzó la hegemonía de Grecia. El rey macedonio sentía admiración por Atenas –la capital cultural de Gracia– y era consciente de que Macedonia había sido considerada históricamente “bárbara”. Por tanto, uno de de sus principales objetivos no era otro que vincularse con Atenas y, de este modo, legitimar su papel dominante en el mundo griego…

Suscríbete para seguir leyendo

Suscríbete para obtener acceso al contenido íntegro de esta entrada y demás contenido exclusivo para suscriptores.

Reinos helenísticos

Busto de Ptolomeo I Sóter, rey de Egipto (305–282 a. C.) y fundador de la Dinastía Ptolemaica. (Mármol del siglo III a. C., Museo del Louvre).

La muerte de Alejandro Magno supone la disgregación de su Imperio, pues al no haber herederos se produce un enfrentamiento entre sus generales –los diádocos (=sucesores)– por el poder. De este enfrentamiento surgen los reinos helenísticos, entre los que destacan el de Egipto, Siria y Macedonia. Tales reinos marcan la época helenística que va desde la muerte de Alejandro en el año 323 a.C hasta el año 31 a.C., cuando Roma toma el control de Egipto. Estos reinos helenísticos abandonan la política de fusión étnica de Alejandro, imponiendo una clase dirigente casi exclusivamente de origen griego y macedonio.

Egipto es regido por los ptolomeos (o lágidas), dinastía que toma su nombre de Ptolomeo I Sóter, hijo de uno de los generales de Alejandro llamado Lago. Este reino helenístico será el que mantendrá más tiempo su autonomía –unos tres siglos–. Siria es regido por los seleúcidas, siendo Seleuco I Nicátor, un joven general compañero de Alejandro, el iniciador de esta dinastía. Los seleúcidas controlan Asia Menor hasta el Golfo Pérsico, estando en sus manos los principales puntos de comunicación que conectan el comercio oriental con el Mediterráneo. Roma conquistará el reino de Siria en el año 63 a.C.. El reino de Macedonia es regido por un nieto de un general de Alejandro, a saber, Antígono II Gónatas. La dinastía antigónida domina el territorio de Macedonia y también las póleis griegas. Roma conquistará Macedonia en el año 148 a.C..

Las conquistas de Alejandro Magno

La progresión del poder que Alejandro (356-323) se podría dividir en tres etapas1:

  1. Preparación: Siendo un adolescente es discípulo del “mejor” maestro que podía tener en aquel momento, a saber, Aristóteles; dos años de reinado después del asesinato de su padre Filipo II. Consolida en este tiempo el dominio interno de Macedonia.
  2. Conquista de Persia y su aventura en la India
  3. Últimos años: Parcial intento de organizar el imperio nacional fusionando elementos griegos y persas en una nueva cultura cosmopolita.

La consolidación del poder de Alejandro está marcado por el ímpetu pasional heredado de su madre y la audacia calculadora de padre y, naturalmente, por una educación aristotélica que forja su sentido de justicia e imparcialidad. Tras heredar el trono de Macedonia no duda en aplicar toda la fuerza militar, como es en el caso de la rebelión tebana donde la pólis será arrasada. Recuperando el proyecto de su padre Filipo II, Alejandro con veintidós años inicia una campaña expansionista en oriente. Su ejército no es muy numeroso, pero es fiel; además, está acompañado por un grupo de intelectuales que darán cuenta de los nuevos territorios conquistados. Alejandro logra cohesionar los intereses dispares de sus hombres con el proyecto expansionista que mira a oriente. Las primeras victorias se producen en Asia Menor. En el año 334 a.C. tiene lugar la batalla de Issos donde Darío III se ve derrotado y huye2. Palestina y Fenicia son conquistadas y, tras ellas, Egipto con el apoyo de los sacerdotes hostiles al dominio persa3. El rey macedonio es declarado faraón y, en justa consecuencia, sus conquistas adquieren un carácter sagrado. Alejandro adopta las formas y comportamientos orientales de acuerdo con las costumbres de los pueblos que conquista.

En la decisiva victoria de Gaugamela4 –localidad situada en el alto Tigris– en el año 331 a.C. el ejército griego vence y Darío III vuelve a huir. Las capitales persas se rinden y Alejandro, en justa consecuencia, se hace con el Imperio persa. Para consolidar el dominio de los territorios conquistados, Alejandro acepta la oriental costumbre de que se le haga culto a su persona y, al mismo tiempo, a los pueblos vencidos les hace copartícipes de la administración del imperio supranacional que está construyendo. Para forjar la unión de diferentes pueblos y costumbres, el conquistador macedonio lleva a cabo una política de uniones matrimoniales entre griegos y bárbaros5. El propio Alejandro se casa con una princesa oriental llamada Roxana.

Pero después de haber conquistado lo que había sido hasta entonces el Imperio persa, Alejandro todavía tiene el deseo de conquistar nuevos territorios, y así lleva a cabo una expedición a la India, llegando a las fuentes del río Indo. Pero el ejército que le acompaña está exhausto y se niega a continuar. Contra su voluntad, Alejandro acepta acabar ahí la aventura india y regresar a Babilonia, donde morirá por malaria en el año 323 a.C..

1Cf. Salinero, R. G., Manual de iniciación a la historia antigua, Editorial UNED, 2022, pp. 242-243.

2Momento que queda reflejado en el famoso “Mosaico de Issos”

3Alejandro funda la ciudad portuaria que lleva su nombre en el Delta del Nilo que, en términos comerciales y culturales, podría equipararse a la Atenas de Pericles.

4Resulta muy recomendable la exposición “La batalla de Gaugamela” realizada por Adolfo Domínguez Monedero en la fundación Juan March el 1 de febrero de 2021.

5Alejandro rompe con los esquemas tradicionales griegos que señalan a los bárbaros como conjunto de pueblos “inferiores”. De hecho, Aristóteles, maestro de Alejandro, consideraba absurda una fusión entre helenos y persas en un plano de igualdad.

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar