Plotino, Enn. V, 2, 1:
Siendo [el Uno] perfecto es igualmente sobreabundante, y su misma sobreabundancia le hace producir algo diferente de Él. Lo que Él produce retorna necesariamente hacia Él y se convierte entonces en Inteligencia. Su propia estabilidad con respecto al Uno hace que lo vuelva a ver, y su mirada dirigida al Uno hace que lo convierta en Inteligencia. Esto es, como se detiene para contemplar al Uno, se vuelve a la vez Inteligencia y Ser (Trad. Jesús Igal).
El esquema fundamental de la realidad que traza Plotino con su filosofía está contituida por entidades jerárquicamente escalonadas y procedentes unas de otras –el Uno, la Inteligencia, el Alma del mundo, el mundo sensible–. El Uno es la primera hipóstasis1 y es fuente primera de todo ser. Del Uno, por tanto, se derivan toda la pluralidad de los seres, «por una procesión (πρόοδος) necesaria y eterna.»2 El Uno no es ser, sino generador del ser. Tanto más perfecta sea una causa, más perfectos serán sus efectos, y el Uno es lo más perfecto de cuanto hay, por lo que la Inteligencia que Él produce es verdaderamente muy perfecta, pero no tanto como el Uno mismo. El Uno produce la inteligencia sin que se altere su unidad simplicísima –el uno permanece inmutable en su propia sede–. El Uno es esencialmente idéntico, pero los seres –recuérdese que el Uno no es ser–, como es el caso de la Inteligencia –la Inteligencia, en efecto, es ser–, son compuestos de lo idéntico y de lo diverso. La Inteligencia es unidad y diversidad: «La Inteligencia participa de la Unidad, de la Belleza y de la Verdad del Uno, pero en un plano inferior, porque ya no posee la unidad perfecta, sino que en ella entra mezcla de unidad y multiplicidad, de idéntico y diverso.»3
«El uno genera la Inteligencia porque el Uno es actividad infinita y sobreabundante, o lo que es lo mismo: el Uno genera el Nôus por la voluntad intrínsica que es idéntica en su infinita voluntad creadora.»4 Tenemos con la inteligencia el primer grado de descenso del Uno a la multiplicidad. La Inteligencia es una unidad múltiple y su acto cognoscitivo tiene un doble objeto: contemplar al Uno y contemplarse a sí misma. «La inteligencia es feliz en esa contemplación, de la que goza desde toda la eternidad.»5 La Inteligencia se piensa a sí misma, es decir, piensa las Ideas: «[…] la actividad de la Inteligencia se multiplica en infinitas Ideas distintas (τὰ νοητά, las cuales constituyen el κόσμος νοητός, el mundo de los arquetipos inteligibles de todas las cosas).»6 Habíamos dicho que la Inteligencia es unidad y multiplicidad, y esto es así porque ella es una suerte de comunidad de distintas Ideas. La multiplicidad de Ideas no disgrega, por tanto, la unidad de la Inteligencia. Esta conciliación de la unidad con la diversidad es según Plotino un misterio (θαῦμα).
Plotino señala que todas las cosas son una unidad mezclada, y que por ello debe haber un Uno puro. El uno no es ninguna de las cosas (V3, II, 18), esto es, es distinto de todas las cosas (III 8, 9, 48). El Uno es trascendente, es decir, está más allá de todas las cosas –de todos los seres–. El Uno no es ser, es más que ser, más que esencia, más que existencia, más que Dios. Por ello nada se puede predicar del Uno, pues […] está por encima de todas las cosas (III, 89)7. En definitiva, el Uno no se puede definir porque es incomprensible, porque no tiene ser, porque está más allá de todo ser determinado. Para que el ser exista es necesario que el Uno no sea él mismo ser, sino el engendrador del ser. Por ello la Inteligencia, engendrada por el Uno, es ser. El Uno, a causa de estar más allá del ser, sólo se puede conocer por medio del éxtasis.
La Inteligencia es producida por el Uno. Ella, al igual que el Uno, tiene una virtud creadora y, de este modo, engendra el Alma, que es la tercera hipóstasis. Derivada de la Inteligencia, el Alma es de categoría inferior a aquélla. El Alma hace de puente entre el mundo inteligible y el mundo sensible. El Alma no se puede quedar en el mundo inteligible: «El Alma es así principio de organización de los seres vivientes, da a los cuerpos vida y movimiento, a todos los cuerpos, incluido el kosmos (Timeo 40c).»8
1Tenemos la palabra ὑπόστασις que está compuesta de la proposición ὑπό (debajo de) y del sustantivo στάσις (sitio, posición). Podemos pensar en la hipóstasis como aquello que está por debajo de las cosas que están “puestas” en este mundo y, por tanto, aquello que lo fundamenta, siendo la referida hipóstasis, de este modo, la verdadera realidad o el verdadero ser). «La palabra hypostasis proviene del infinitivo hyphistánai, que se utiliza como sinónimo de einai pero en sentido más fuerte: hyphistánai significa ser, pero de un modo verdadero y real; hipóstasis, por tanto, es la verdadera realidad o el verdadero ser.» (Mas, 2009, p. 289).
2Fraile, 2015, p. 723.
3Ibíd., p. 731.
4Mas, 2009, p. 293.
5Fraile, op. cit., p. 731.
6Ibíd., p. 732.
7…τὸ ὑπὲρ πάντα ταῦτα εἶναι.
8Mas, op. cit., p. 293.